Tú no eres el apellido que llevas, el color de ojos o de la piel. No eres el colegio al que tuviste el privilegio de ir; el título universitario que alcanzaste; el "éxito laboral", ni el cargo donde trabajas.
No eres el auto que manejas ni la casa donde vives; no eres tus viajes, todo lo que te compras, tus "conexiones", tus ingresos mensuales o el saldo de tus cuentas bancarias.
No eres la "imagen o status" que quieres demostrar en las redes sociales. No eres lo que ostentas ni los "estandares sociales" que te rodean.
Nada de eso te hace mejor que nadie, porque nada de eso habla de quién eres tú en verdad.
Tu ERES la amabilidad que expreses al hablar, el perdón que otorgas cuando te ofenden y la empatía sincera que tengas ante cualquiera que pasa un difícil momento.
Eres la generosidad que tengas al compartir lo que no te sobra con otro, eres la tolerancia ante alguien que te impacienta y la humildad de no hacer sentir a otros menos que tú.
Eres la inclusión al no discriminar a otros por sus gustos, costumbres o posición, eres la gentileza que tengas hacia otro que no pueda hacer nada por ti;
Eres la bondad que muestres ante un niño, un adulto mayor o una mascota. Eres la inteligencia emocional que proyectas al pensar antes de hablar para no herir a otros.
Eres el aliento que transmites al que está en el suelo sintiéndose deprimido y/o derrotado, eres el coraje que le contagias para que se sienta valorado, eres el amor desprendido que le brindas a otro sin esperar algo a cambio.
Eres la sonrisa que brindas al desconocido que pasa a tu lado caminando o el abrazo honesto que compartes con otro ser humano.
Eres la madurez y consecuencia con la que llevas la vida, en lo que dices y en lo que haces.
Eres la sinceridad cuando miras al otro a los ojos y le dices te quiero, no por inercia sino sabiendo todo lo que amar de verdad significa.
FERNANDO BROLO FUMAGALLI